sábado, 21 de junio de 2008

FIDES HELÉNICA


El juramento Helénico o fides griego, como los latinos lo llamaban despectivamente, era un acto sacroreligioso en el que uno prometía, invocando como testigo al dios del juramento, Orkos, ante el altar elevado en su honor en pleno centro de cada ciudad llamado por los griegos ágora.

Había varias clases de juramento. Entre los griegos en Siracusa era muy respetando el «gran juramento», que se prestaba en el templo de Tesmoforias.

Los concursantes en Olimpia, debían jurar ante una imagen de Zeus, que tenía un haz de rayos en sus manos, para advertir y mostrar las armas que empleará contra todos los perjuros... .

Los espartanos juraron por Zeus y Herceo y para infundir mayor confianza en el prójimo, tocaban con las manos el altar y el fuego.

Decían que la gente de campo era tosca, y para con sus dioses sencilla no muy religiosa; por ello, el que quería obtener de un campesino un juramento formal, se lo llevaba a la ciudad, porque según Babrio, allí los dioses eran más sinceros y serios.

En la ciudad de Corinto los perspicaces mentirosos tenían que jurar en la cripta de Aditón ante la estatua de Palemón, porque éste —según la leyenda — jamás dejó escapar ileso al autor de un perjurio.

Entre los antiguos quizás los griegos fueron los únicos que no tomaron muy en serio la presencia de sus dioses y sus juramentos. Para ellos el testimonio era un juego y el mismo juramento lo consideraban como medio acertado para engañar a otro. Sus promesas juradas en asuntos de paz —dice Tucídides— eran respetadas mientras les fueran convenientes

Aristipo criticaba severamente a Eurípides por crear el perjurio por medio de la restricción mental, una formula engañosa, pues lo que la lengua jura, lo niega en el acto la voluntad.

La causa, por la que los antiguos griegos cometieron tantos perjurios, radicaba —según la sentencia de Bías—, en que la mayoría de los hombres son pésimos, y los mismos Dioses ya sabemos que nunca fueron mejores que sus pontífices.

Marco Tulio Cicerón, en su discurso por Flaco, expresa su sentimiento acerca de todo esto diciendo: «Reconozco que los griegos tienen un extraordinario mérito como literatos y versados en muchas artes y poseen una brillante elocuencia..., pero la veracidad y la buena fe en los testimonios jamás las respetó esta nación ... para los griegos el juramento es una broma, la declaración es un juego, vuestra estimación es una sombra y la mentira descarada les proporciona crédito...».

Dícese, que solamente un día los antiguos helenos se mostraban cuidadosos con sus juramentos. Era el quinto día de cada mes; en él las Hermanas del Dios del Juramento, las Erinias y las Furias, descendían a la tierra para vengarse de los perjuros y castigar a los mentirosos.

Se dice que las Erinias no existen más, quizás por ello hay cada día más juramentos falsos y perjurios.

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