sábado, 21 de junio de 2008

EPÍSTOLA DE M. V. MARCIAL


De un enemigo nunca se hace uno mejor amigo
que de la muerte.
Plutarchos: Cimón 18.

¡Hasta ahora no tengo amistad conmigo!
L. A. Séneca: De vit. II.

En la biblioteca de Pérgamo encontraron una epístola de M. Valerio Marcial, dirigida a un gramático peregrino que enseñó durante el principado de Tito la cultura helénica de Roma.

La carta es muy antigua, pero su contenido tiene una vigorosa actualidad y merece ser reproducido aquí. Dice así:

Favorino, te hago recordar el precepto de Séneca, según el cual el sabio se contenta consigo mismo, sin necesitar de un amigo; me imagino que no te ofendo si pienso que me tienes todavía como un buen amigo. Referente a esto yo estimo, carissime, que puede ser que el erudito, como una piedra grande, se baste a sí solo, pero nosotros pequeños ladrillos del Gran Templo Humano, no podemos vivir sin el apoyo del otro; y creo que depende sólo de nosotros, Favorino, que este prójimo se convierta en amigo, sin olvidar la regla soloniana, que nos recomienda elegir un amigo ilustre antes que tener muchos amigos, los cuales nos abandonan, como las golondrinas de Pitágoras abandonan el nido, cuando está por llegar el otoño.
Yo entiendo que para ser un buen amigo, desde luego no es fácil el oficio. Hay que saber aguantar la crítica, que el amigo, como si fuera un espejo, pone ante tu cara. Hay que saber tolerarla con rostro risueño, aun cuando lo haga —como nuestro Cicerón dice— con maldad, porque éste para no recordar sus vicios propios, quiere descubrir sólo los tuyos. No te amedrentes por las amenazas, porque mientras el perro de Curcio te ladra, no llegará a morderte, y si a veces te hieren, te conviene no perdonar si quieres ser un día perdonado. No olvides, Favorino, que hay que ayudar a los amigos, para que sean todavía más amigos, y los que estaban ya en tu contra, dejen de ser enemigos. Muy tarde reconozco que mis epigramas causaron más daños que beneficios. Por ello yo quedo solo para perdonarme y mientras me siento dueño de mí mismo, creo que nada puedo perder.
Cosa humana es aguantar al peor, mas no tolerar al mejor, que nos obliga siempre a imitarlo.
Favorino, ten con tu amigo la amistad de Damón y Pitias. Se cuenta de ellos que fueron tan fieles amigos, que cuando Damón había sido condenado a muerte por el tirano Diosinio, pidió permiso para ir fuera de la ciudad, al campo, a fin de despedirse de sus familiares antes de emprender el largo viaje del que no hay regreso. Dionisio concedió la salida, pues su amigo Pitias se ofreció como rehén por él, sometiéndose a la misma pena, en el caso de que no compareciese el amigo condenado. Cuando llegó el día indicado para el regreso, Damón compareció ante Dionisio y el tirano, perplejo ante semejante lealtad con el amigo, lo indultó, ofreciéndoseles a los dos como un tercer amigo.
Con esto me despido, Plurimam Salutem te digo, y que los dioses estén siempre contigo.
M. V. Marcial

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